miércoles, 31 de marzo de 2010

Primavera


http://www.youtube.com/watch?v=Exa6Sx8oius




















“Es curioso como pienso en todos los cuadros que en la ESO me fascinaban cuando leía los libros de historia, o cuando he ido al Louvre y se han postrado ante mí como figuras de la materialización de una eternidad que quita el aliento a sus paseantes ajenos a la historia que hayan podido vivir….Como cada uno ha podido simbolizar una época de mi vida aunque la musa del pintor insinuará algo tan diferente; como los colores, las formas me inspiraban un transporte mental a mis cajones con polvo del pasado, o a otros cajones nuevos del presente sonriendo de que alguien lo plasmara hacía centenas…o quizá alguno que me supiera a un lejano o próximo futuro.


Es curioso por eso que últimamente cuando hablo o escucho canciones, me siento como una dama del bosque con un gran traje de color blanco llena de un pelo rizado con jazmines decorando mi tiara y una armoniosa estructura como la Venus de Boticceli, y no se me venga otro cuadro a la cabeza que el de la época que significa para a mí una conclusión muchas veces: la primavera.


La primavera, parece como si todo el torbellino del otoño con cada una de las hojas que el viento levanta pareciera un pensamiento y el viento la ansias de moverlos, transformarlos, tornarlos a lo que uno quisiera que fueran; posarlos donde finalmente deban estar…..cambiar esas hojas de color cada vez más muerto por su uso y el vaivén de ese viento hasta que se dejen cubrir por una capa de frío glacial propia del cambio de estación más tenebrosa: el invierno. Siempre con su Navidad y su mes de Diciembre evocador de las peores tormentas aunque fuera de mi ventana el agua no caiga; como poco a poco esas hojas quedan cubiertas por mantos de escarcha o a su sumo, de nieve…ese blanco inspirador de impotencia al no poder igualar tanta belleza y a la vez recordar que esa belleza palidece en un piso de estudiantes a kilómetros de aquí, y ansiar la mano de ella para poder pisotear tanta blanca belleza sonriendo con una boina de colores y un buen café caliente. Como el invierno va acumulando posos de cafés no tomados y de cafés recordados, de recuerdos y vivencias nuevas y sueños antiguos y sueños por venir con abrigos llenos de frío y música en los oídos mientras recorres las calles en una catarsis de frustraciones por tantos posos de café, al fin y al cabo.


Como poco a poco todo se va acumulando no dejan paso al sol, como ya ni ves el cielo, encapotado y sin estrellas ni de noche cuando intentas volar y éstas se han ido por culpa de una contaminación lumínica típica de la urbanidad, y es cuando empiezas a adorar tu vieja capa de la misantropía para así poder ver las estrellas aunque sea en un cielo inexistente.


Como poco a poco el frío da paso a la lluvia, arrastrando esos posos y esas frustraciones y tú sigues girando con todo ello sin saber donde encontraras la calle correcta para que pare todo de una vez, y que deje de llover…



Y entonces, sin saber muy bien cómo, como la mayoría de las veces, llega el sol. Tímido y cobarde quizá, temiendo no ser bien recibido por los corazones sombríos de gente con un invierno demasiado demasiado largo. Y poco a poco todo queda en una paz y una calma propia de esa armonía de luces, colores, ritmos, melodías…que todos solemos llamar primavera. Como la magia de las hadas que suena con fuerza cuando el primer rayo de sola aparece, o lo absurdo de los posos y el viento que queda escondido bajo ese manto de rayos que quién sabe como vinieron, como las absurdeces de los espejismos que movieron tus hojas y las tornaron en secas bajo ese manto de gélidas frustraciones sin salida, como unas calles sucias de una mala ciudad que parecen sonar a risa cuando ese calor hace presencia; un calor que siempre suele llegar por las mismas fechas sin un por qué y nos provocan miles de cuestiones sin querer contestar…


Pero que siempre suele ser aclamación por las almas congeladas con la esperanza de que llegue, de una vez…










(…….)










Una tarde cualquiera, de un martes cualquiera, en un coche a ninguna parte o alguna parte en sí, iba deambulando del por qué de mi cuadro obsesivo boticcelico en mi cabeza cuando entonces lo vi: esa era la perfección de la primavera. Mi conclusión.



Una armonía que me supo a perfecta: unos rayitos de sol que iban acostándose amenazando con volver dando guerra a la mañana siguiente, a lo lejos….y mi propio cubículo de felicidades ajenas al vaivén de la naturaleza social…Una felicidad de aires nuevos de la mano de un ay ponme otra canción…Una canción de mis nostalgias que poco a poco van tornando a hojas secas de otoño que pisaré bajo un parque mental con alegría de ser eso, recuerdos de melancolía a los que iré no muy de vez en cuando, y cada vez menos…Mi felicidad como instante que ni se nota hasta que no se convierte en sonrisa horas más adelante al reírnos de nuestra naturaleza de vivir sin apreciar lo que hemos vivido hasta hacer recuento de experiencias bajo un sofá…la felicidad perpetua de sentir ese camino que, aunque haya días que cueste recorrer, elegí y nunca me arrepentiré ya que un día gané esos ojos, y eso nadie me lo va a quitar; y no hay más…










Pero, además, todo esto fue evocación de mi musa constante, en forma de caricia sobre la mejilla, o de sus brazos agarrándome fuerte…como una visión, símbolo de una genialidad llamada felicidad absoluta, esa paz que la primavera me trajo…esa calma, ese éxtasis continuo que me da solo un roce de sus ojos magníficos que solo yo puedo observar como esos infinitos lagos de mil y una cosas que soy la primera en descubrir y que me hacen querer estallar en energía pura cuando los miro; esa paz, ese nuevo elemento que hace que la luz del cuadro sea aún más perfecta, que haya cosas que antes no podía ver porque me faltaba ella, tú.




















Y entonces las lágrimas, diferentes a todas las estaciones, querían arrancarme tanta armonía como una materialización más de que agrandaría hasta mi muerte ese momento. Tenía todos los elementos, tenía todos los colores…














Y no hay más.

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